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ALGO HICIMOS MAL

Enviado el 27 julio, 2009 en América Latina por hermenegildom

ANÁLISIS DE “ALGO HICIMOS MAL” (Discurso de Oscar Arias en la Cumbre de Las Américas. Trinidad y Tobago. 18 de Abril del 2009.

17/07/09

 

He leído, primero de un golpe y luego detenidamente este pronunciamiento y realmente confieso que me impactó. Claro que sobre esto se podrían escribir volúmenes, pero para una intervención de las características en que se enmarca resulta un prodigio de síntesis esencial para el análisis de nuestros males.

El enfoque resulta global y concreto. No podría extenderse a las particularidades o las individualidades de cada país, lo cual lo convertiría en un tratado.

Ciertamente lo eventos citados son esenciales. Sin embargo, algunos de ellos considerados de manera aislada fuera del marco  en que se insertan pudieran parecer contradictorios por la ausencia de la apreciación de la interacción entre el hecho como tal y el escenario en que ocurre.

¿Porqué no se inscribe América Latina en la ola de la revolución industrial?

Lo que se conoce como primera revolución industrial se inició en Inglaterra durante la segunda mitad del Siglo XVIII y resultó factible gracias a una serie de transformaciones en las estructuras económicas y demográficas

Las agrarias, fueron esenciales. Precedieron y facilitaron las de la industria. Las “Enclosures” (Aplicación de la Enclosure Act.) cercado de los campos abiertos establecían la división, el reparto y el cercamiento de los campos y praderas abiertas y comunes y de las tierras baldías y comunes. Las leyes de cercamiento supusieron la sustitución de los derechos comunales por  los de la propiedad privada.

Este cambio determinó, entre otras cosas, la aplicación de mejores técnicas agrícolas (rotación de cultivos, drenaje de suelos, empleo de nuevos fertilizantes etc. Los campesinos en condición de desposeídos se transformaron en jornaleros. La actividad agrícola pasó de ser un bien heredado y destinado a la subsistencia a convertirse en una empresa regida por las leyes del mercado, orientada al logro de beneficios y ejercida por asalariados.

Este sistema contribuyó a la mejora de la productividad agrícola y el incremento de excedentes alimentarios, la mejoría en la calidad de la alimentación, que incidió en la revolución demográfica, un aporte de capital procedente de los beneficios de los terratenientes, esencial en la financiación de las nuevas empresas industriales y al suministro de mano de obra barata para la naciente industria 

Las innovaciones técnicas y la expansión comercial las complementaron.

Los conceptos científicos en que se basaban las innovaciones técnicas eran en muchos aspectos conocidos. La novedad consistió en la aplicación de estos conocimientos a la producción de bienes materiales. Los principales campos en los que se produjeron estas innovaciones fueron: La energía (máquina de vapor), el textil (hilado y tejido de algodón), la metalurgia (altos hornos) y los transportes (la locomotora).

El trabajo se trasladó desde los talleres artesanales con pocos operarios a las fábricas, donde máquinas y obreros fueron agrupados en concentraciones mayores. Esto determinó un notable incremento de la productividad  y disminución de los costes de fabricación redundando a la vez en la disminución de los precios y el incremento de consumidores.

La expansión comercial se sustentó en el crecimiento poblacional, que incrementó la demanda y la modernización de las vías de comunicación. La ampliación y diversificación del comercio exterior impelido por la demanda de materias primas y la exportación de productos industriales. No menos importante, la posesión de un imperio colonial donde adquirir materia prima barata y exportar su producción.  

Durante la primera etapa éramos una colonia. Las decisiones las tomaba el Imperio y no creo que el que nos tocó tuviera la visión de su importancia  La revolución industrial en España fracasó por el débil crecimiento demográfico, la ausencia de una auténtica revolución agrícola y la escasa iniciativa y competencia de la burguesía. Fue necesario esperar muchas décadas para que el impacto de los cambios que imponía la contemporaneidad fructificara en aquella sociedad.

Sería iluso por tanto, esperar que una América sometida a un imperio de estas características tomara conciencia de su impronta en aquella modernidad creciente que con una enorme secuela de desigualdades e injusticias comenzó el camino de un nuevo estilo de desarrollo, que  fue llevando a las naciones que la propiciaron tempranamente a la cima de la prosperidad y el poder, y a pesar de todos sus defectos y con los cambios promovidos por la inevitable aplicación de la dialéctica se han mantenido en una situación de liderazgo internacional .

Las repúblicas surgidas del proceso de liberación colonial, no fueron tampoco ejemplo ni estuvieron pertrechadas para enfrentar el reto. A pesar de Constituciones y leyes, la realidad es que el poder político y económico pasó a las manos de “libertadores” y profesionales políticos y/o militares más interesados en la conservación de este poder y su encumbramiento social y económico que en adscribirse a un proceso que requería unos precedentes históricos y culturales inexistentes en aquellos países emergentes.

La colonización política, en gran medida fue sustituida a mediano y largo plazo por la subordinación al capital extranjero que para nada preveía el desarrollo de esas naciones que solo le motivaban como terreno fértil y mano de obra barata.

Las tradiciones y la cultura milenaria europea, en este caso en particular la inglesa, encontraron sin embargo un terreno fecundo en la nueva nación surgida de su antigua colonia. Con un claro pensamiento transformador de la cultura política de procedencia sus próceres sentaron las bases de una sociedad precursora de un nuevo estilo de desarrollo, que conservando los atavismos clásicos que configuraban el naciente capitalismo fue capaz de trocar progresivamente su conformación inicial y aunque conservando los vicios y virtudes que modelaban sus orígenes cambiar, al menos internamente, la estructuración de una sociedad que se convirtió en paradigma y modelo y aspiración para muchos otros.

No cabe duda de que el progreso alcanzado en los últimos 200 años por los países desarrollados se sustenta en buena medida en la educación que creó las bases del avance tecnológico y científico indispensable para su materialización. Sin embargo, este parámetro, junto a la mejoría de la salud pública, por si solos, no hubieran sido posibles sin un perfeccionamiento económico paralelo, dado su alto costo.

El nivel de profesionales y técnicos per cápita que ostenta en este momento Cuba debe ser el más alto entre los países del tercer mundo y no muy lejano al de cualquiera de los del  primero. Sin embargo la ubicación económica de la Nación ha caído de un tercer lugar en Latinoamérica a mediados del siglo XX a uno de los más bajos del continente.

De modo que no basta con la educación. Es imprescindible, de una parte, motivar a las mentes cultivadas y esforzadas para que  multipliquen su productividad incentivando el esfuerzo y los resultados cualitativos y cuantitativos, y de otra liberalizar el marco en que se desarrollan de modo que la capacidad creadora, el pensamiento científico e intelectual no encuentren barreras limitantes .

El experimento de la economía estatal, paternalista, igualitarista, ortodoxa e inflexible que preconiza el Socialismo,  tuvo la posibilidad de una prueba de campo, lo suficientemente extensa geográficamente y lo adecuadamente  prolongada en el tiempo. Su resultado final fue el fracaso total y sin excepciones.

Algo hicimos mal.

El sistema tributario en los países modernos y desarrollados, en sentido general, tiende a la retención alícuota y creciente de los ingresos. Desde mi modesto punto de vista, todavía está lejos de ser lo suficientemente proporcionada. Las multifactoriales crisis cíclicas del capitalismo, imponen la obligación de contemplar, entre otros muchos aspectos una mejor proporcionalidad  en virtud de su propia supervivencia.

La otra cara de esta moneda es la honestidad o deshonestidad con que se manipulan estos fondos. Resulta curioso que en los países más avanzados los escándalos por corrupción resultan infinitesimales comparados con los de la historia pasada y actual de nuestro continente a la vez que la inversión en materia de seguridad social, infraestructuras y mejoría de la calidad de vida cada día es más evidente en los primeros y más reducida en los últimos 

Los disparatados insumos en armamentos en nuestro sufrido territorio no han obedecido nunca a fortalecer la capacidad defensiva frente a supuestas intervenciones extranjeras.

Básicamente han servido para reprimir y sostener en el poder gobiernos corrompidos y autócratas, tanto en la era de las dictaduras militares como en la de las actuales dinastías constitucionales, empeñadas en imponer ideologías y modelos, y conseguir su permanencia en el poder y su expansión territorial. El armamentismo, entre otras muchas cosas es un lucrativo negocio, en el que participan tanto, los países desarrollados que las manufacturan como los deshonestos mandatarios que las adquieren,   

Coincido en que el enfoque de la realidad contemporánea asumido por los asiáticos, el pragmatismo, visto como  Actitud y pensamiento que valora sobre todo la utilidad y el valor práctico de las cosas, y que parece la ruta que los conduce al éxito podía ser también nuestro camino. Lo difícil será encontrar quien, como y cuando será capaz de materializarlo. Pericles

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