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Trece Santas para la Navidad

Enviado el 21 diciembre, 2008 en Filosofía y creencias por Bi

Ayer Diego recibió su primer regalo de Navidad. Pensó que no llegaría, pero igual puso el zapato en la ventana y durante la noche un raro personaje llegado desde Islandia le dejó una carta y un pequeño presente.

Si a alguien pudiera parecerle demasiado un Papá Noel, grande y regordete,más tres Reyes Magos, le invito a viajar a la tierra del fuego y el hielo. Un isla que besa el círculo polar ártico, y en donde en las noches más claras y frías, la aurora boreal extiende su manto mágico y multicolor.

Trece son los Santas islandeses, que por supuesto tienen un padre, una madre y además un gato negro y feo que asusta a niños y padres. Trece curiosas criaturas que bajan desde las heladas montañas doce días antes de la Noche Buena, para hacer travesuras y dejar a los niños regalos en sus zapatos.

"Mamma, ¿crees que me he portado bien? No quiero que los "Jólasveinar" (Santas), me dejen una papa en el zapato", me dice Diego muy preocupado. "Claro que te has portado bien hijo.Seguramente Stekkjarstaur (el Patas de Palo), el primero de los Santas, traerá algo para ti", le respondo tal vez con un poco de incredulidad. Pienso en los miles de kilómetros que tendrá que recorrer este travieso troll desde su casa en la montaña hasta una isla cerca de África, donde ahora vivimos.

Pero, el Patas de Palo ha sido muy astuto. Sabe que Diego, mi niño islandés de 9 años, le espera con mucha ilusión. Por eso, le ha pedido a una gaviota que traiga entre sus alas un regalo para un niño que ha adornado su ventana con luces navideñas y ha dejado como cada año su zapato.

Y así, noche tras noche irán llegando por turno: Giljagaur, el que roba la leche en el establo; Stúfur, el que raspa los restos de la comida en las sartenes; Thörusleikir y Pottaskefill, a quienes les encanta llevarse las cazuelas de la cocina para saborear los restos de los alimentos y Askasleikir, el que lame los platos que le han dejado a los perros y los gatos.

El séptimo, Hurdaskellir, no es tan glotón como sus hermanos, a él le parece lo más divertido del mundo tirar las puertas para asustar a la gente. Skyrgámur es el que más disfruta comiéndose el requesón; Bjúgnakraekir es el que devora las salchichas; Gluggagaegir, asoma su fea nariz por la ventana y podría llevarle los juguetes a los niños; Gáttathefur, corre detrás del olor de las tartas navideñas; Ketkrókur, anda en puntillas en la cocina, listo para sacar de sus ganchos las carnes de cordero y nuestro último personaje, Kertasníkir, es el que enciende las velas en Navidad.

Cuentan las sagas islandesas que los Santas eran malos espíritus que venían  a los pueblos a robar y a asustar a los niños. Pero, hoy en día, las cosas han cambiado y estas extrañas y divertidas criaturas se visten también con trajes rojos y vienen a repartir regalos. Sin embargo, es mejor estar alertas, pues suelen ser muy bromistas y podrían llevarse de nuestra cocina un recién horneado pastel o un apetitoso trozo de carne.

Diego lee emocionado y en perfecto islandés la carta que le ha mandado su troll navideño. Sabía que no lo olvidaría y cuando dejó el zapato en la ventana estaba seguro de que vendría. Tal vez le contará a sus nuevos compañeros en la escuela, que ha recibido el primer regalo y ellos,incrédulos, le contestarán que todavía no ha llegado Papá Noel. Pero, seguramente el pícaro Patas de Palo soltará una gran carcajada en su morada en la blanca montaña, mientras el Santa número dos se prepara para el largo viaje.

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