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Amadou Bah – Odisea de un inmigrante africano

Enviado el 29 abril, 2008 en Canarias,Inmigración e Interculturalidad,Sociedad, derecho, ley por cogito

Conocí a Amadou Bah después de la medianoche de un caluroso día en un pasillo de un gran centro comercial de la zona turística del sur de Gran Canaria. Estaba vendiendo relojes, y una imitación de un Breitling atrajo mi atención. Finalmente le compré una de esas pulseras de colores que llevan los jóvenes. Cuando me disponía a continuar mi camino vi un libro viejo y roto entre sus cosas: “Panorama de las Literaturas” de Ezequiel Martínez Estrada, obra difícil de encontrar en nuestras librerías. Le pregunté “¿Lo vendes?”  y respondió “Oh, no. Lo siento. Lo estoy leyendo.” Esa respuesta invadió mi curiosidad. Le pregunté si podía leerlo bien en español, y cómo lo había conseguido. Me comentó que leía perfectamente en español, francés (su lengua), inglés, portugués, swahili y un poco de italiano y árabe. Que lo había encontrado en los depósitos de basura una semana antes cuando venía al centro comercial. Indagué más. Sus ojos se iluminaron cuando se refería a Huxley, Huysmans o Mann. Yo no salía de mi asombro. Le pregunté sobre su situación legal en España y aunque fue inicialmente esquivo, aceptó una cita en el Centro de Apoyo al Inmigrante de San Bartolomé de Tirajana.

Pero no acudió a la cita. Pensé que sus compañeros lo habrían aconsejado que no asistiera. Por eso, volví al centro comercial pero esta vez lo encontré muy desanimado. Me contó que la mercancía que estaba vendiendo la había comprado con un dinero sobrante que trajo de su país y que el día anterior un agente de la policía se la había incautado totalmente y ahora estaba vendiendo mercancías de otro. Pregunté si tenía un acta o recibo de lo intervenido y si había sido detenido. No tenía acta ni había sido detenido. Tenía temor de denunciar lo sucedido por su situación en España. Entonces quedamos en que acudiera a una nueva cita y que avisara a sus compañeros sobre el servicio que prestamos en el Centro. Por cierto, ninguno fue a visitarnos. Tienen miedo de quedar atrapados en una encerrona.

Amadou nació en Guinea Conakry pero vivió sus primeros años en Nigeria. Más tarde residió en Maputo y en Dar es Salaam, acompañando a su padre que era diplomático, ciudades en las que completó sus estudios de Licenciatura en Ciencias Sociales. De regreso a Nigeria y luego a Conakry, su padre, afectado por los frecuentes cambios políticos y con finanzas deterioradas, fallece y se produce el primer descalabro económico para Amadou, todavía dependiente de su padre, sin trabajo, y se ve obligado a asumir las deudas de aquél, hacerse cargo de sus hermanos y madre, y en espera de su primer hijo. No consigue trabajo, pasa a la miseria y vive de lo que consigue haciendo trabajos esporádicos. Es cuando decide iniciar la aventura europea.

Comienza un peregrinaje por tierras africanas, una veces a pie otras en camiones, tramos en tren, hasta llegar a Mauritania. Allí se reúnen varios africanos (subsaharianos) y como no tienen suficiente dinero para pagar a los traficantes de personas, deciden agenciarse su propia patera y tras oír las experiencias y consejos de otros, se lanzan al mar rumbo a las Islas Canarias, y consiguen entrar por Fuerteventura. Al llegar a tierra son todos detenidos… excepto Amadou que logra escapar y refugiarse en una casucha abandonada donde permanece más de 10 días, de la que salía solo por las tardes y procurando comida de lo que encontrara. Tiene la suerte de topar a otro africano residente, que le proporciona ropas y con su ayuda, se traslada a Gran Canaria. Lleva consigo, bien protegido, su pasaporte.

Comienza así una nueva vida, siempre alerta y cauteloso, evitando cualquier incidente o estar a la vista de las autoridades. Lee la prensa atrasada que encuentra abandonada o en los depósitos, trata de hablar únicamente con “negros”, según relata, y consigue un trabajo en una intrincada finca en tareas agrícolas, todos los días, por 120 euros al mes incluida la comida. Luego alcanza una “mejora” que suma a su trabajo agrícola, en otra finca cercana, diariamente de tarde, para dar de comer y limpiar a los animales a cambio de 50 euros al mes, y un espacio, en la propia nave de los animales, para dormir y tener sus cosas. Esto le permitió acercarse a la zona turística y tomar las experiencias de otros africanos, compró algunas mercancías con un dinero que conservó del viaje, completando así su itinerario diario: agricultura, ganadería y comercio. Cinco horas de sueño.

En el Centro de Apoyo al Inmigrante le informamos sus derechos y sobre su única alternativa: alcanzar la autorización de residencia y trabajo por vía del arraigo. Le explicamos qué documentos debía acumular, como tenía que ser su línea de actuación y comportamiento, como podía integrarse a la biblioteca, a las actividades culturales y se facilitó materiales sobre la Constitución, las normas de extranjería y otros documentos útiles atendiendo a su nivel y conocimiento del español. Pusimos en el correo sus primeras cartas a sus familiares y enviamos un fax a un amigo en Francia. Las entrevistas con este africano eran una delicia. Con mucha humildad y sencillez, se manifestaba como un verdadero profesor de todo cuanto refería. Su conocimiento sobre Arte y Literatura era sorprendente. Tenía completo dominio de los problemas actuales de África, y demostraba comprender perfectamente la situación de la inmigración en Europa. Conocía los fundamentos de los problemas que lo ahogaban en su país… y en este paraíso al que había venido a parar.

Un buen día se apareció en el Centro pidiendo ayuda para llegar a Barcelona, para luego continuar viaje a Francia. Conseguimos que un empresario comprara el billete y hasta le diera algún dinero para el viaje. Lo llevamos al aeropuerto y lo despedimos. Amadou no sabía cómo expresar su agradecimiento.

Hace poco recibimos una carta de Amadou desde Francia. No puede obtener la residencia pero trabaja como profesor en un centro de estudios sociológicos del sur del país, utilizando no se qué artificio. Está contento, ha podido pagar muchas deudas en su país y ya puede remesar dinero a su familia, a su esposa, a su hijo, y a otro que dejó en camino y no conoce.

Amadou Bah fue el nombre que asumió en Canarias. Su verdadero nombre era otro, con apellido de nobleza porque su abuelo fue un gran jefe tribal.

Como gesto de delicadeza, me entregó como recuerdo y testimonio de nuestra amistad, el libro aquel de Ezequiel Martínez Estrada que provocó mi curiosidad.

Deseamos la mayor suerte del mundo para él. Es un buen hombre, honrado y trabajador, del que recibimos un ejemplo de sencillez y tenacidad.

(Artículo publicado en la revista La Liga, Nº 7 – abril de 2008)

2 Respuestas a 'Amadou Bah – Odisea de un inmigrante africano'

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  1. menendag05 dijo,

    el 11 agosto, 2008 a la(s) 18:53

    Esta problemática de los emigrantes, con una excelente preparación y calificación, tiene muchas variantes .
    Un profundo contenido de frustración impone a Médicos con un amplio curriculum y nivel de Especialistas la dificultad para homologar su especialidad.
    Es duro haber sido profesor y destacado miembro de una colectividad que reconocía sus valores y tener que subordinarlo todo a la supervivencia realizando las taréas más elementales de la profesión, cuando podían ser útiles ofertando lo que serían capaces de dar .
    Pericles

  2. enterao dijo,

    el 21 noviembre, 2008 a la(s) 3:18

    Hay un comentario de XDC lun nov 17, 05:44:00 PM en https://www.blogger.com/comment.g?blogID=23750033&postID=8073114540156120572 con otras tristes historias de africanos con formación que nos permitimos despreciar y humillar. ¡Algún día se les hará justicia!

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