José Martí, el de la reconciliación nacional
En la celebración del natalicio del Apóstol de la Independencia de Cuba, escribo estos apuntes sobre la utilización sesgada de su figura y pensamiento, y cómo nos puede servir su ideario en el necesario proceso de reconciliación nacional.
En estos momentos, en los que el destino de Cuba es bastante incierto, en los que no solo se ciernen sobre el país nuevas versiones de lo ocurrido en casi todos los países del desaparecido "campo socialista" y de una posible sustracción por parte de los actuales personeros del régimen de las escasas riquezas remanentes, sino que también se perciben los voraces e inescrupulosos intereses de los que esperan en el extranjero el aterrizaje en tierras empobrecidas y de gente llena de necesidades, es importante pensar cómo se resolverían tantos años de odio, injusticias y abusos.
Prestigiosas personalidades, cubanas y extranjeras, han abordado el tema de la reconciliación con magníficas reflexiones sobre los principios que debieran respetar las partes para que el diálogo sea factible. Puedo citar, por ejemplo, los trabajos del Grupo de Trabajo Memoria, Verdad y Justicia (CUBA, la reconciliación nacional) que en 2003 estudió razonables líneas de actuación. Son interesantes los trabajos de Jorge I. Domínguez (Universidad de Harvard)t, de quien en España se ha publicado recientemente el libro "Cuba hoy: analizando su pasado, imaginado su futuro".
Ahora bien, para que las partes puedan llegar a un acuerdo deben existir determinadas premisas que no hayan sido fijadas previamente por ninguna de ellas y, sobre todo, que sean ampliamente aceptadas por todas.
¿Qué plataforma de ideas de nuestra breve historia republicana no estuvo viciada por intereses mezquinos o finalmente torció su rumbo? Sin remontarnos a los confusos movimientos del primer cuarto del siglo XX, las ideas de la Revolución del 33, o la Revolución de Batista del 4 de septiembre, o los movimientos democráticos que dieron lugar a la Constitución del 40, la Ortodoxia, o los propios frentes que hicieron posible el derrocamiento de Batista en 1958, no nos dan pautas serenas y sensatas sobre cómo queremos una república en democracia.
El único ideario que llevó al pueblo de Cuba al camino de la independencia, con formulaciones claras sobre cómo debía ser la república resultante de la "guerra necesaria" fue el de José Martí. Él supo hacerlo en su día: reconciliar a los opuestos y diferentes, aplazar las disputas hasta la independencia, suspender duelos a muerte por la causa de suprema de la Patria. Es tan vigente su ideario, que hasta ha sido objeto de las más increíbles manipulaciones. Desde endilgarle la responsabilidad intelectual del actual partido único y dinástico pasando por alto las ideas democráticas del Apóstol y sus puntos de vista sobre el socialismo, hasta el más primitivo uso de su figura para abanderar las posturas más retrógradas e intolerantes que algunos sectores del exilio sustentan.
José Martí es el único verbo que es aceptado por todos los cubanos de todos los signos y de todas las pretensiones. Lo respetan (sincera o esquivamente) los de afuera y los de adentro; los rojos, los azules y los sin color; los mulatos, los negros, los achinados y los blancos; los santeros, católicos, protestantes, ñañigos y ateos; los pobres, los medianos y los ricos; los extremistas, los radicales y los tolerantes; los patriotas, los demagogos y los aprovechados.
¡Martí es la otra bandera cubana para la reconciliación nacional!
Es por eso, que en su natalicio, no me refiero a su vida abnegada, ni a su verbo, ni a su obra. Prefiero hoy saber que aún después de su desaparición, puede hacer, otra vez, mucho por los cubanos, por la reconciliación y resurgimiento de Cuba, por la merecida paz y concordia que todos necesitamos. Solo podremos alcanzar todo ello si tenemos la inteligencia de interponer el genial ideario martiano como árbitro imparcial de nuestras diferencias, sin manipulaciones ni interpretaciones trasnochadas, su ideario tal como lo dijo y lo escribió.
el 25 enero, 2008 a la(s) 13:57
Cuantos años para comprender una verdad que siempre hemos tenido al alcance de la mano. Hermano, mi más absoluta adhesión a este artículo. Es como si Martí se levantara de Dos Ríos a arroparnos, a fundirnos en un abrazo de cubanos justos.
el 13 octubre, 2010 a la(s) 20:07
Comprender, mas aun que perdonar, es la unica manera de enmendar.
Bonito escrito y muy verdadero.