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Un sitio de culto en La Habana.

Enviado el 15 enero, 2008 en Arte, Música y Literatura,Cuba,Varios por PorfinLibreYa

             Hay sitios en la siempre misteriosa y atractiva Ciudad de la Habana que son altares de historia y cubanía, por esta razón decidí hacer un alto en mis recorridos imaginarios desde la distancia por mi ciudad natal, cabalgando no en el poderoso Pegaso, sino tumbado sobre el dorso de mi alada nostalgia y mostrar hoy un sitio fascinante: La iglesia del Santo Angel Custodio y su entorno más próximo.

            Imaginaos la por entonces pequeña ciudad de La Habana, con una población emergente y que desarrolla su vida intramuros, circundada por una muralla de piedra de cantería con nueve puertas que comenzada a erigir en 1674 bajo el mandato del gobernador Francisco Rodríguez de Ledesma, fue concluída en 1740. La zona oeste de la ciudad  más próxima al mar, estaba separada del resto por una pequeña zona cenagosa donde desembocaba el único abasto de agua del que disponía la ciudad, la conocida Zanja Real y de la que hoy en día aun puede observarse el sitio exacto donde transcurría antes de su desembocadura, sitio que pasa inadvertido a los ojos de la mayoría de los visitantes foráneos, el Callejón del Chorro, en la Plaza de la Catedral.

           Unos metros más hacia el oeste, desde los albores de 1600 se podían apreciar un grupo de casuchas erigidas en las bases de una pequeña elevación desolada y agreste que daría nombre al pequeño vecindario, Peña Pobre, del que aun queda a manera de homenaje una calle en el sitio conservando el mismo nombre. En 1695 el obispo Compostela ordenó erigir en el elevación una iglesia que sirviera de auxiliar a la parroquial mayor y por ello la calle que se inicia en este sitio y desciende en dirección al mar hacia la plaza de la catedral, recibió el nombre del ilustre prelado. Hacia 1846 un devastador huracán que azota la ciudad destruye casi en su totalidad la pequeña iglesia, que al año siguiente de 1847 inicia su reconstrucción total de estilo gótico, trabajos que dan comienzo bajo la égida del obispo Jacinto María Martínez. Poco a poco su entorno fue variando, con la culminación de la muralla y las calles vecinas que fueron tomando sus respectivos nombres, como la que al sur recibe el de Cuarteles por tener por entonces, dos instalaciones de este tipo al final, los de San Telmo y Artillería.

          El barrio de Peña Pobre a pesar de las modificaciones recibidas por el paso del tiempo, sigue conservando el aspecto decimonónico, con sus calles adoquinadas de estrechas aceras y amplias ventanas enrejadas que imprimen un toque colonial al entorno, con visos de misterio al oscurecer donde las calles reciben el alumbrado de luminarias antiquísimas y que permiten al caminante curioso, apreciar entre la penumbra los espacios interiores de alguna vetusta edificación de los  siglos XVIII y XIX. Lo que si es indiscutible es el aspecto referente del campanario del Santo Angel Custodio, erigido en 1847 y que se conserva hasta hoy, alejado del bullicio de las plazas pero escondiendo retazos de una historia repleta de sucesos.

           En la Parroquial del Santo Angel Custodio se hallaba un cuadro de la “Virgen del Pez” de J.B.Vermay (hoy desaparecido), nada más y nada menos que el pintor de la obra que ornamenta El Templete y que evoca la realización del primer cabildo y además fundador de la Academia de San Alejandro y otro de J.N. de la Escalera, “El bautismo de Cristo” (robado en los años 80), dato curioso, pues quizás algún día aparezca en las colecciones privadas de algún jerifalte de la élite dictatorial; hoy sólo se aprecian frescos en el centro de las bóvedas con temas religiosos de autor desconocido y que datan muy posiblemente de 1923.

          La edificación en su parte posterior, en la conjunción de las calles Compostela y Cuarteles abre una minúscula plaza que goza del privilegio de formar parte de la trama de una de las novelas cubanas más conocidas: Cecilia Valdés o La Loma del Ángel, nombre que tomó precisamente por este sitio. Escrita por el genial Cirilo Villaverde, fue publicada por capítulos a partir de 1838 hasta su culminación en 1881 y es una obra costumbrista que muestra la sociedad imperante en la época y sus males, entre los que descolla la desigualdad racial. Uno de los momentos cumbres de la novela toma a la pequeña plaza y a la propia entrada de la iglesia como escenario, como puede leerse a continuación en este brevísimo fragmento:

"…Sin más se desprendió él de sus brazos y salió a la calle. Cecilia, a poco, con el pelo desmadejado y el traje suelto, corrió a la puerta y gritó de nuevo: -¡José! ¡José Dolores! ¡A ella, a él no!
Inútil advertencia. El músico ya había doblado la esquina de la calle de las Damas.
Ardían numerosos cirios y bujías en el altar mayor de la Iglesia del Santo Ángel Custodio. Algunas personas se veían de pie, apoyadas en el pretil de la ancha meseta en que terminan las dos escalinatas de piedra. Por la mira de la calle Compostela subía un grupo numeroso de señoras y caballeros cuyos carruajes quedaban abajo. Ponían lo novios el pie en el último escalón, cuando un hombre que venía por la parte contraria, con el sombrero calado hasta las orejas, cruzó la meseta en sentido diagonal y tropezó con Leonardo, en el esfuerzo de ganar antes que este el costado sur de la Iglesia, por donde al fin desapareció.
Llevóse el joven la mano al lado izquierdo, dio un gemido sordo, quiso apoyarse en el brazo de Isabel, rodó y cayó a sus pies, salpicándole de sangre el brillante traje de seda blanco. Rozándole el brazo a la altura de la tetilla, le entró la punta del cuchillo camino derecho al corazón…"

           Cecilia Valdés es La Habana, mestiza, bella, con una carácter que se balancea entre los extremos de la condición humana, amor y odio, dejadez y pasión, voluptuosa y sensual, altanera y cándida, dueña y señora de amores imposibles, hermosura sin par que se resiste al paso del tiempo y los huracanes de los sentimientos. Resulta imposible para el habanero seducido por su misteriosa y añeja ciudad, no verla andar por las cercanías de esta iglesia centenaria y repleta de secretos atados a sus vetustos muros.

           Pero hay un detalle eclesiástico que eleva a la categoría de sitial de cubanía a este sitio y es el hecho de servir de pila bautismal a los vástagos de ilustres familias del mas rancio abolengo de la Habana criolla, madre nutricia de próceres de nuestra nación y de figuras notorias de la cultura cubana. Sin temor a la acusación del uso desmedido de la hipérbole sólo citaré tres ejemplos:

1. Prebístero Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales. (Félix Varela). Bautizado en este sitio el 27 de Noviembre de 1788, ante el sacerdote Fray Miguel Hernández, O.P (Orden de los Predicadores, dominico), capellán del regimiento Fijo de La Habana, al que pertenecen su padre y su abuelo. Sus padrinos serán: su abuelo, Don Bartolomé Morales, y su tía, Doña Rita (Josefa) Morales y Medina; a los que se les recuerda su parentesco y responsabilidad en la educación cristiana y moral del pequeño.

2. Poeta Julián del Casal y de La Lastra. Bautizado en este sitio el 23 de Diciembre de 1863. Son sus padres Julián del Casal y Ugareda, natural de Vizcaya, y María del Carmen de la Lastra y Owens, natural de Artemisa, Pinar del Río.

3. Héroe Nacional de Cuba José Julián Martí y Pérez. Bautizado en este sitio el 12 de Febrero de 1853 por el presbítero Tomás Sala y Figuerola, capellán del regimiento del Real Cuerpo de Artillería de la plaza de La Habana. Sus padrinos son José María Vázquez y Marcelina Aguirre. Se le dan los nombres de José Julián; el segundo, de acuerdo con la costumbre de la época, es tomado del santoral cristiano.

      Hermano cubano, hermano de otras tierras, cuando visites La Habana detente en este sitio, observa el altar mayor y la pila baustismal y de rodillas piensa para tus adentros: Este sitio es cuna de titanes.

            Porfin Libre

Iglesia del Santo Angel Custodio

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