Apología de la opción sexual
No cabe duda que durante siglos se ha manejado el tema de la homosexualidad de una manera equivocada e injusta, por no decir que de forma inhumana. Es reconfortante que la sociedad sepa apreciar los valores que incorpora al mantener una nueva actitud ante la homosexualidad, con la necesaria serenidad y normalidad.
Sin embargo, aprecio en muchos medios de comunicación y en algunos sectores de la sociedad un marcado desequilibrio a la hora de incluir en sus agendas esta nueva manera de abordar la homosexualidad, para convertirla en una verdadera apología.
A mi me parecería de mal gusto que un locutor de la radio incluyera entre sus comentarios, de manera sistemática, sus preferencias y apetitos hacia la mujer. También sería inadecuado que lo hiciera una locutora respecto a sus gustos sexuales hacia los hombres. Es que resultaría una redundancia petulante. Probablemente el productor o director del programa prohibiría la reiteración de comentarios de ese tipo, por ser superfluos e innecesarios. ¿Pero qué sucede frecuentemente cuando aparece ante las cámaras o los micrófonos un homosexual? Pues que en poco tiempo sabremos que tiene pareja, que le gustan los hombres de este tipo, y que la noche anterior hizo o no hizo el amor, la mayoría de las veces sin venir al caso. En no pocas series televisivas a las parejas heterosexuales se les ve escasamente lo necesario dándose un beso o haciendo el amor (a menos que sean parte de la dramática de la serie) especialmente si son personajes secundarios. Pero en repetidas ocasiones veremos a la pareja homosexual en sus caricias y besos. No es que me ruborice esto, creo que es normal que parejas heterosexuales y homosexuales hagan lo que tengan que hacer y que se reproduzca en el drama, sino que me quejo de que el protagonismo y el mensaje están intencionadamente desequilibrados.
A lo que me refiero es a la tendencia que existe a la apología de la homosexualidad, en franco desequilibrio respecto a la heterosexualidad, al espíritu de normalidad e igualdad que se desea que exista en todas las opciones sexuales, y respecto a las propias leyes que promueven esa igualdad.
Hace unos días vi por La 2 de Televisión Española un programa de una psicóloga orientando a los padres respecto a la homosexualidad en menores. Me llamó poderosamente la atención la recomendación de estimular la vía homosexual en caso de que tuvieran sospechas o que el propio niño les consultara al respecto. Pues claro que los padres tienen que apoyar a sus hijos cuando exista una situación de homosexualidad comprobada. Pero no era de lo que se hablaba en la recomendación. A mí se me ocurría pensar que mi hijo llegara un día y aprovechando la confianza que tiene conmigo me dijera: "Papá, sabes que soy tímido. Cuando voy a una fiesta me siento cohibido. He optado, para animarme, tomar éxtasis". Pues creo que lo primero que haría sería ser muy receptivo con él, en cierta medida para corresponder a su confianza, y trataría de establecer un diálogo, cordial y cariñoso, sobre el uso del éxtasis. Pero de ninguna manera de diría "…hala, si eres tímido, el éxtasis es lo tuyo".
Seamos objetivos. Hay niños y niñas que desde la más temprana edad ya apreciamos que tienen comportamientos y rasgos que no coinciden con su sexo: hay que ser muy comprensivos y cuidadosos. Por circunstancias determinadas, se presenta casos de algunas personas que optan por una preferencia sexual que no coincide con el género (por utilizar ese término gramatical) con que llegaron al mundo: estamos en una sociedad libre y esto es respetable y posible. Existen, además, situaciones en que por accidente o circunstancias personales (y sin que previamente existiera ningún antecedente de intención de cambio de opción sexual), el individuo toma esa decisión: igualmente respetable, por qué no. Que también hay personas que por su vida desordenada y viciosa, sin ningún tipo de cohibición de sus comportamientos muy bien definidos en una opción sexual, de buenas a primeras nos encontramos que cambian esa opción: también hay que respetarlas, es su derecho.
Pero dicho esto, también hay que mencionar que, especialmente entre los jóvenes, la curiosidad y la necesidad de ser aceptados por sus iguales provocan una temprana determinación que no corresponde efectivamente a un impulso biológico, ni a una predisposición, ni a una inclinación incipiente, ni a nada que haga pensar que alguna decisión sobre el sexo se corresponda con la personalidad del individuo sino que más bien tenga que ver con una tendencia (o moda) que ronde en el ambiente del grupo o círculo en el que se desarrollan estos jóvenes o individuos en general. Pienso que en muchos casos probablemente esto sea un reflejo de lo que he mencionado más arriba como apología de la homosexualidad, que luego se convierte en un imperativo en los individuos más receptivos a las situaciones con mayor esnobismo. Conozco personalmente a jóvenes y personas que hoy sufren o se lamentan de decisiones de este tipo, tomadas en tiempos en los que no estaban en condiciones de ponderar lo que significaba su nueva opción.
Por eso no estoy de acuerdo con la recomendación de la citada psicóloga. Si nuestro hijo nos presenta esta situación, lo que primero que tenemos que hacer es brindar cariño y apoyo, y a continuación, nuestra ayuda para que el niño pueda organizar correctamente sus pensamientos. No estoy diciendo "llevarlo al buen orden", sino ayudarlo a identificar si se trata de un impulso circunstancial o es una inclinación más o menos arraigada de la que ni él ni nosotros nos habíamos percatado.
Se que estas reflexiones pueden despertar las más rabiosas iras del sector fundamentalista que defiende un mundo homosexual en vez de un mundo plural. No me importa, digo lo que pienso. Porque también sospecho que detrás de toda esta apología existen intereses comerciales que se nutren de esta población. Y políticos, porque creo que la política también ha sufrido un poco una experiencia parecida a la que refiero más arriba con los jóvenes atrapados por un esnobismo. Y pongo un ejemplo. En tres años de vigencia de la ley de matrimonio homosexual no llega al 3% el número de matrimonios que se han celebrado. La ley reguladora de la unión entre homosexuales indudablemente era necesaria, pero no era un clamor el que fuera matrimonio, las cifras lo están probando. Hace poco México promulgó también una ley para proteger la unión homosexual (todo un desafío en un país machista de verdad), pero el legislador trató de no colisionar con otro sector con derechos ya adquiridos, el heterosexual, y en menos tiempo se han producido, relativamente, más uniones de homosexuales que en España.
Hace unos meses se inició una encuesta-estudio sobre homosexualidad en el instituto al que asiste mi hijo. Creo que es legítimo que este tipo de trabajo se lleve a cabo, porque puede servir a profesores y padres en la orientación y educación de los jóvenes. Pero cuando leí las preguntas de la encuesta me quedé paralizado. No eran preguntas con la neutralidad científica que debe caracterizar estos estudios. Eran preguntas del tipo (perdonar la imprecisión a la hora de reproducirla), "¿como sabes que efectivamente no te gustan personas de tu mismo sexo?" o algo por el estilo, que para mí eran totalmente incitantes y que sembraban la duda sobre la sexualidad del joven que previamente éste no se había planteado. Posteriormente supe quiénes estaban detrás de la encuesta: una asociación gay, con mucho entusiasmo y probablemente buenas intenciones, pero sin ningún respaldo científico y sin la menor idea de cómo se hace este tipo de estudio. No me hubiera preocupado que fuera una organización gay (¿quién mejor?) con la preparación necesaria para el estudio. ¡Es que estaba dirigida al mejor tesoro que tengo en la vida, mi hijo! Por otra parte, la encuesta podía ser insultante para aquellas familias de creencias y costumbres más conservadoras, que hay que respetar y que tienen derecho también en nuestra sociedad. Después, un poco más tranquilo, pensé que esa asociación estaba haciendo una especie inventario de activos y potenciales dentro de la juventud de la localidad, que si fuere el caso resultaría totalmente aberrante. Con esto doy un ejemplo de lo peligroso que puede resultar un mal manejo de este tema de la opción sexual con nuestros jóvenes. Debo aclarar que también me hubiera preocupado por una encuesta con orientación igualmente incitadora a favor del machismo o del feminismo, pero es raro que se produzca.
el 1 febrero, 2008 a la(s) 11:36
Estás en lo cierto, amigo.
Hace unas semanas leí en maspalomasahora.com los resultados del estudio.
Además de los datos archiconocidos que han sido ya publicados por estudios muy serios, aparece el «inventario», el porcentaje de «efectivos» a «atender», de jóvenes con las preferencias homosexuales. Toda una invitación al vals.
el 29 julio, 2009 a la(s) 14:11
En esta, como ocurre con frecuencia en muchas investigaciones “científicas” se parte de una hipótesis que festinadamente se pretende demostrar como cierta, e interesadamente se formula una encuesta desprovista del rigor científico indispensable para su credibilidad. El irrespeto a la clásica y realmente científica Metodología de la Investigación invalida de entrada los resultados y falsea las conclusiones.
En una materia tan delicada como esta no debería ser permisible su manipulación en una situación de divorcio total con el rigor que debe avalar los resultados.
Pericles