El futuro de Cuba
El futuro de Cuba es un tema que genera opiniones de todo tipo. Desde las ideas catastrofistas hasta la previsión de un masivo regreso de cubanos desde el exterior.
Lo cierto es que Cuba, hasta el momento y a pesar de la salud de Castro, no ha dado señales de cambio.
Pero el tiempo es inexorable: Raúl Castro también tiene una edad avanzada y le falta el encanto, el carisma, de su hermano. Tiene ante sí al menos dos caminos. Puede optar, para mantener el control sobre el país, por endurecer su gobierno, haciéndolo más explicitamente dictatorial. O bien dar señales y pasos que definan una postura de cambios. Cambios inicialmente en la economía y el comercio, al estilo de China o Viet Nam, hasta llegar a "concesiones" políticas a la oposición interna.
Me inclino a pensar en esto último, en un camino de acercamiento que dé tiempo a dulcificar la imagen de algunas personalidades del actual régimen, preparándolas para las siguientes etapas. Y este proceso tendrá que llevar a la formación de un gobierno de transición (con mucho peso de los activos del actual régimen) que trabaje en favor de la reconciliación nacional, de la adaptación de la actual Constitución y la preparación de una ley y un proceso electoral.
Aunque tengo esa inclinación al pensar sobre el futuro de Cuba, no dejo de considerar las nuevas vicisitudes, obstáculos y reveses que le esperan al país, que son inevitables.
Algunas personas tienen la ilusión de la intervención del ejército cubano y de sus generales en este proceso. No estoy muy esperanzado en ello. Los generales y mandos están muy acostumbrados a sus privilegios, están muy comprometidos con el régimen por las atrocidades en las que ha participado, tienen el precedente de terror que introdujo el caso Ochoa, y constituyen, en definitiva, el actual grupo gobernante. Si algún general o mando participa en la transición será a título personal, desligado de la institución que representa, y enarbolando la limpieza de su historial.
Enfocar el futuro de Cuba de esta manera es como soñar. Supongo que las personas que lean estas reflexiones y hayan mantenido un criterio de cambio radical del régimen de los Castro a una democracia por la fuerza, incluso de las armas, estén pensando que lo que digo es una claudicación. Cabe observar que en las últimas décadas la mayoría de los procesos políticos han transcurrido de forma "suave" desde un régimen dictatorial o totalitario a un régimen democrático, no así viceversa, en que han prevalecido los cambios traumáticos, sangrientos y repentinos. Hay que observar las transiciones más interesantes de los últimos tiempos: España, Sudáfrica, Chile y hasta la propia Rusia.
Siguiendo con el sueño, pienso que producto de ese proceso electoral, resultará un gobierno elegido democráticamente por el pueblo. Pero este gobierno elegido tendrá el vicio de que llega al poder, de forma especialmente extraordinaria, como consecuencia de un agresivo marketing político de uno o varios grupos políticos que polarizarán el voto, que no será atraído por el carisma o el programa del resto de los candidatos sin capacidad económica para tamaño despliegue propagandístico. Ganará la formación política que más dinero haya gastado en convencer a los electores y aunque ya modernamente esto es una consecuencia predecible, en Cuba será un hecho consumado. Esto provocará un gobierno lleno de contradicciones, con asomos de corrupción y tráfico de influencias, y con gran incompetencia para controlar el clima social que prevalecerá en Cuba, es decir, la alta delincuencia y criminalidad en la población (que hoy ya es gran un problema social admitido y declarado como peligroso para la existencia de la "revolución"). Las disputas patrimoniales originadas por las expropiaciones indocumentadas llevadas a cabo por el actual régimen cubano, muchas veces improcedentes, injustas y dirigidas a favorecer a personas o intereses dudosos, serán otro problema que el joven gobierno electo no será capaz de controlar.
El vacío legal para dirigir a un país que se pretende sea democrático y de derecho será un gran obstáculo. No servirán las viejas y caducadas disposiciones legales anteriores a 1959, ni serán adecuadas las vigentes. Se producirán imprevisibles situaciones, en provecho de los más listos, que se tendrán que ir atajando en la medida que surjan sin que ello evite la aparición de precedentes y consecuencias indeseables.
La administración de la justicia será otro rompedero de cabezas sobre todo si lo unimos a lo anterior. ¿Quiénes serán los jueces y fiscales? Los licenciados en Derecho residentes en el país no están formados por las universidades cubanas para ejercer en un estado de derecho, desconocen la legislación política dentro de una democracia, el derecho civil y mercantil con reconocimiento de la propiedad privada, el derecho hipotecario, un derecho penal donde primen la presunción de inocencia y las garantías procesales. Los actuales jueces y fiscales están habituados a la prevaricación que les endilgaba el Partido en el poder o los dictados de los órganos represivos del régimen, y no todos será capaces de sustraerse de sus convicciones políticas ni de sus vicios al sentenciar.
Las prometidas y salvadoras ayudas económicas extranjeras, fundamentalmente de Estados Unidos, se tardarán y llegarán recortadas a la baja, y las promesas electorales se irán convirtiendo en desengaños para el pueblo. Lo que será aprovechado por la oposición, entendida como la de los grupos formados por personeros del actual régimen usando las reservas financieras que (creo que no es un secreto para nadie) desde hace algún tiempo el régimen prepara para este futuro de Cuba que se empeña en negar pero que sabe llegará.
Todo lo dicho dará lugar a inestabilidad en el gobierno, a sucesivas crisis, hasta que finalmente se elija un gobierno de coalición que más o menos encamine el país.
Todo este proceso podrá durar entre cinco y ocho años, tal vez diez, que no dejarán de ser para la angustia, pobreza y desencanto del pueblo. Habrá desempleo, recorte de prestaciones y servicios sociales, pobreza desamparada, casos de ajustes de cuenta, abuso de poder, todo ello, como se dijo, en un clima de violencia y criminalidad social. Este es el precio que tendrá que pagar el pueblo para que Cuba vuelva a tomar el camino de la democracia, la prosperidad y la paz social, si es que los cubanos logran el consenso para que así suceda.
el 27 julio, 2007 a la(s) 1:26
Nota del Administrador del Blog:
Se ha recibido a través del formulario «Contáctenos» un mensaje amenzador y lleno de insultos contra el autor de la entrada y los admnistradores del blog que, cumpliendo las Normas del Blog, no se reproducirá.
Excepcionalmente queremos hacer saber con este comentario que por única vez haremos referencia a mensajes de este tipo, y ello para expresar nuestro rechazo a su contenido, al tiempo que reiteramos nuestra voluntad de continuar publicando todas las opiniones y reflexiones que cumplan las normas establecidas, así como la determinación de hacer caso omiso a tales amenzas.