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Rafael Buigas: un coloso de la educación cubana

Enviado el 11 agosto, 2008 en Cuba,Varios por cogito

Hoy pude saber que el profesor Rafael Buigas Sans falleció en 2002.

Sucedió que unos días antes había colocado un anuncio en el Website http://www.elexiliocubano.com/ y precisamente hoy recibí una llamada telefónica de una paisana, Dª. Georgina (residente en California), que me informó su fallecimiento.

No fui alumno del Colegio Baldor, de donde el Sr. Buigas fue Subdirector de Segunda Ensañanza. Pero fui su alumno, en clases de Matemáticas en el propio Centro del que luego fui Subdirector.

Ocupando ese puesto, me reencontré con el profesor Buigas, que acababa de deambular por varios centros educacionales de La Habana, de los que era rechazado por su condición de "gusano"(1). Era inadmisible un profesor que no fuera revolucionario en aquel entonces.

Con anterioridad, ya Buigas había sido detenido, injustificadamente, en los días que precedieron a la invasión de Bahía de Cochinos. A pesar de que no pertenecía a ningún movimiento político ni grupo contrario al régimen de Castro, fue detenido sin causa alguna por el solo hecho de que no simpatizaba con las ideas del castrismo. El Colegio Baldor fue nacionalizado y sus profesores dispersados por toda La Habana, y toda la obra pedagógica de años fue despreciada y humillada.

Buigas se presentó un buen día en mi oficina con una carta de presentación de la autoridad de Educación regional, que lo destinaba al Instituto Tecnológico "José Martí" de Rancho Boyero. Luego de comprobar que todo estaba en regla, le di la bienvenida al Centro y le indiqué que comenzaría al siguiente día, le informé los grupos asignados y el nivel. Él me escuchaba atentamente y cuando terminé, se oyó su potente voz:

-Mire joven. Parece que Ud. no está informado sobre mi y estoy en el deber de comunicarle que estoy calificado como "gusano", me han rechazado de varios Centros por ello, y tal vez esto sea un inconveniente que este Instituto no desee asumir.

Quedé un poco sorprendido con lo que me decía y para contrarrestar aquella poderosa voz, le contesté con autoridad: